
Cada individualidad tiene por lo menos, un instante en el que nace y otro, de muerte; en el medio, en el proceso, atravesará por varias etapas. A todo este hecho podemos llamarlo, el ciclo de la vida.
Personas. Gobiernos. Ideas. Empresas. Lejos quedaron los mejores momentos en el que el Grupo Clarín era portador de la bandera del periodismo independiente. La lógica del mercado empuja a las empresas a ser exitosas, sin importar que en el camino pierda la identidad. Ganancias exorbitantes, dominio de la opinión pública, mercado controlado.
Sus flagrantes multinegocios lo colocaron en el lugar número uno, es decir, muchas fueron las licencias de medios que supieron conseguir; todos sus dueños saben que cuando se está en la plenitud de la cima, lo que queda es absoluto descenso.
Ser la única voz tiene sus costos, la cultura fútbol sufrió las consecuencias de las leyes del mercado, pues tiene muchos riesgos el hecho de transformar un club en un producto, lo que antes era un lugar para la gente del barrio, ahora necesita exponsors, venta de jugadores y realización de recitales, todo, para sobrevivir.
Era cuestión de tiempo. La alternativa era, declarar la quiebra masiva o romper el contrato con quién hasta el momento hacía del fútbol un comercio para extranjeros, y los Clubes han decidido ponerle fin al extrangulamiento.
Con las nuevas circunstancias, el Grupo Clarín no será el mismo y de esta manera ha iniciado el lento proceso de su fin al que su propia ambición lo llevó.
Nadie, absolutamente nadie, queda fuera del ciclo de la vida.